La mujer debe darse cuenta de que
ella contiene en sí misma todas las fuerzas, y en el momento en que se sacuda de esa
hipnosis secular de su subyugación aparentemente legítima y de esa inferioridad mental,
y se ocupe en una educación variada, podrá crear en colaboración con el hombre un mundo
nuevo y mejor. El Cosmos afirma la grandeza del principio de la creatividad de la mujer.
La mujer es una personificación de la naturaleza, y es esta naturaleza la que enseña al
hombre, no el hombre a la naturaleza. Por lo tanto, ojalá que las mujeres entiendan la
grandeza de su origen, y ojalá que se esfuercen por alcanzar el conocimiento.
(publicado en Las Cartas de Helena Roerich 1935-1939, vol. II)
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